lunes, 4 de marzo de 2013

UE: Italia lanza advertencia a la «austeridad» alemana


Italia y Europa tienen un largo camino por delante. Una semana después que los italianos emitieran un claro «basta» a la austeridad sumiendo así a la zona euro de vuelta en la incertidumbre, la clase política no parece más cerca de encontrar una salida al estancamiento. 

De izquierda a derecha: Beppe Grillo, Silvio Berlusconi,
 Mario Monti, Pier Luigi Bersani.
Durante semanas, se asumió erróneamente que la coalición de centro-izquierda liderada por Pier Luigi Bernasi sería capaz de formar un gobierno, o en el peor de los casos en una alianza con el grupo centrista de Mario Monti. No obstante, fue el movimiento Cinco Estrellas, liderado por el comediante-activista Beppe Grillo, el que dio la sorpresa que obtuvo un extraordinario 25% de los votos.

La crisis económica y la austeridad impuestas al país fueron sin dudas factores importantes. El triunfo de Grillo es, ante todo, un veredicto condenatorio contra la clase política italiana. No es de extrañar, que el mensaje anti-sistema caló hondo.  El domingo pasado, los 163 reciente elegidos “grillini” (pequeños grillos) se reunieron para planificar sus próximos pasos.

Giorgio Napolitiano, Jefe de Estado que jugará un papel crucial, ha mantenido conversaciones informales con Pier Luigi Bersani, y el ex primer ministro Silvio Berlusconi.
Bersani busca obtener el mandato para tratar de formar un gobierno,  a pesar que Grillo ya ha rechazado dar a los demócratas la mayoría que necesitan para gobernar. Napolitano explora la posibilidad de una coalición entre centro-izquierda y centro-derecha. Berlusconi estaría abierto a este plan a cambio de apoyo a su candidato para suceder a Napolitano. Pero Bersani rechaza una alianza con su antiguo enemigo.

Tanto los demócratas de centro-izquierda y como el partido de centro-derecha de Berlusconi tienen gran parte de la culpa. Los demócratas desperdiciaron una ventaja que parecía inexpugnable. Mario Monti trató de suavizar su mensaje de austeridad: admitió que sus políticas, aunque necesarias, habían agravado la recesión. La energética campaña de Berlusconi ayudó a su partido en las etapas finales pero perdió votos en comparación con 2008.


El resultado electoral es, en cierto sentido, la democracia en trabajo. Los demócratas tomaron control de la Cámara de Diputados, pero el Senado no tiene mayoría absoluta. La división produce un panorama político muy incierto. El nuevo parlamento tendrá que elegir un nuevo Jefe de Estado cuando el mandato de 7 años del presidente Napolitano termine el 15 de Mayo. El resultado más probable son nuevas elecciones. Debido a restricciones constitucionales, Italia no puede volver a las urnas hasta finales de Junio como muy pronto.


Esto no impedirá seguir el debido proceso. No hay duda que Bersani intentará por todos los medios formar un gobierno, buscando alianzas de todo el espectro político. De ser factible, nadie espera un nuevo gabinete apruebe un gran paquete de reformas estructurales; pero podría haber ciertos cambios con referencia a los costos políticos, una nueva ley electoral y medidas contra los conflictos de interés.

Un gobierno con un programa limitado solo funcionará si los mercados deciden no colocarse contra Roma. Las tasas de interés sobre la deuda italiana son todavía manejables, pero si Italia perdiese el acceso al mercado se vería obligada a aplicar al fondo de rescate de la eurozona y el Banco Central Europeo. Ello pondría a prueba el compromiso de Mario Draghi, presidente del BCE, para hacer lo que sea necesario para salvar al euro. Por esta razón, los otros países periféricos tienen que considerar cuidadosamente lo que harían en caso de contagio.

El estancamiento político en Roma reavivó la mentalidad «pánico seguido del alivio» que ha caracterizado a los mercados desde el colapso de Lehman Brothers. El peligro es que la crisis política revive los temores de deficiencias sistémicas en la unión monetaria. 

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