Dilma Rousseff, Presidenta de Brasil, anunció un paquete de estímulo e inversión por R$133 mil millones o $65.6 mil millones que buscaría aclarar las dudas que se ciernen sobre la segunda mayor economía emergente.
Las cifras de crecimiento se vienen desacelerando en el último año, con la falta de infraestructura y escasez de mano de obra calificada incrementando costos y ahogando al sector manufacturero.
El otorgamiento de concesiones a alianzas público-privadas no proporcionarán un estímulo inmediato a la economía, pero contribuirán a aumentar la confianza de los inversores en las políticas del gobierno.
Aunque los destalles de la iniciativas aún no han sido develados, el estado habría vendido derechos a empresas privadas para operar 5700km de carreteras y 5000km de vías férreas.
También habrían expectativas que Rousseff de a conocer más reformas las próximas semanas o meses, como por ejemplo otorgar en concesión los puertos o establecer una edad mínima de jubilación.
No obstante, los estímulos fiscales y monetarios anteriores no han tenido el impacto esperado en la actividad económica brasilera. En tanto, que el pobre rendimiento de los últimos 2 años, refleja el decepcionante desempeño de la industria, la reducción en el gasto de inversión, y un afectado volumen de exportación.
P.O.V.: El anuncio brasilero se adelanta a los grandes bancos centrales (la Reserva Federal, el Banco Central Europeo, el Banco Nacional de China) que estarían a puertas de lanzar sus propios paquetes de estímulos para intentar remontar el año, tras un decepcionante primer semestre.
El que el sector privado vaya a tomar la posta en lo que se refiere a la construcción y administración de proyectos de infraestructura es una buena noticia si tenemos en cuenta que la inercia de la burocracia estatal juega en contra de la mejora en productividad.
Sin embargo, resta la duda de que tan "nuevo" es este paquete de estímulo. Se rumorea que incluirían el famoso proyecto "tren bala" entre Rio de Janeiro y Sao Paulo e iniciativas parte del estacando programa de infraestructura PAC-2, cuyos fondos aún no han sido desembolsados. Ello por la sencilla razón que el principal problema de Brasil no es la falta de dinero, sino su limitada capacidad y habilidad para implementar proyectos..
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